divendres, 25 de novembre del 2011

Dos prólogos : W. Shakespeare & García Lorca.

Torne a poder veure els millors actors del cinema. Puc tornar a veure i a treballar diferents escenes d' Henry V de William Shakespeare en versió del gran actor y director Kenneth Charles Branagh.


Escena de la batalla d'Agincourt amb la fabulosa arenga del gran actor Kenneth Charles Branagh.

Pròleg :

[Henry V]




O for a Muse of fire, that would ascend

The brightest heaven of invention,

A kingdom for a stage, princes to act

And monarchs to behold the swelling scene!

Then should the warlike Harry, like himself,

Assume the port of Mars; and at his heels,

Leash'd in like hounds, should famine, sword and fire

Crouch for employment. But pardon, and gentles all,

The flat unraised spirits that have dared

On this unworthy scaffold to bring forth

So great an object: can this cockpit hold

The vasty fields of France? or may we cram

Within this wooden O the very casques

That did affright the air at Agincourt?

O, pardon! since a crooked figure may

Attest in little place a million;

And let us, ciphers to this great accompt,

On your imaginary forces work.

Suppose within the girdle of these walls

Are now confined two mighty monarchies,

Whose high upreared and abutting fronts

The perilous narrow ocean parts asunder:

Piece out our imperfections with your thoughts;

Into a thousand parts divide on man,

And make imaginary puissance;

Think when we talk of horses, that you see them

Printing their proud hoofs i' the receiving earth;

For 'tis your thoughts that now must deck our kings,

Carry them here and there; jumping o'er times,

Turning the accomplishment of many years

Into an hour-glass: for the which supply,

Admit me Chorus to this history;

Who prologue-like your humble patience pray,

Gently to hear, kindly to judge, our play.





Oh quien tuviese una musa de fuego.
que quisiera subir conmigo al deslumbrante cielo de la invención :
un reino por teatro, príncipes como actores,
y reyes contemplando el sublime escenario
Y entonces, el guerrerro Rey Enrique, tal como es,
vestiría la armadura de Marte, y sujetos a sus pies,
como una fiera jauría, el hambre, las espadas y el fuego,
se someterían para servirle.

Pero perdonadme todos,
perdonadme el simple y atrevido ingenio
que ha osado traer a estas indignas tramoyas
tan grande historia.

¿Cómo podría este pequeño  escenario albergar los vastos campos de Francia?
¿Cómo pordríamos meter en este pequeño círculo de madera la multitud de cascos galopantes que hicieron temblar hasta los mismos cielos de Agincourt?

Pero perdonadme de nuevo,
pues de estas tan grandes cosas se ha de encargar vuestra imaginación.
Han de ser vuestros pensamientos los que vistan a los reyes y los lleven de aquí para allá a través de los tiempos.
Ha de ser vuestra imaginación la que vierta en el pequeño vaso de una hora lo acontecido durante tanto tiempo .
Permitidme, os lo ruego,  ser el narrador de esta historia, y que a modo de prólogo, os pida humildemente vuestra paciencia, que escucheis con atención y juzqueis con generosidad…
¡nuestra obra!


COMEDIA SIN TITULO,  de Federico García Lorca
(Adaptación para la performance de Xisco Bernal)


Señoras y señores, hoy no voy a levantar el telón para distraerles con un juego de palabras amables, ni con un panorama donde aparece una casa en la que nada ocurre pero donde dirige el teatro todas sus luces para hacernos creer que la vida es eso. No. El poeta, esta noche, va a tener, no el gusto, sino el dolor de mostrarles un pequeño rincón de realidad.

Ver la realidad es difícil, mostrarla, mucho más. Es predicar en desierto.

Sobre todo a vdes, gentes de la ciudad, que vivís en la más pobre y triste de las fantasías, buscando caminos para no enterarse de nada. Cuando sopla el viento, para no entender lo que dice, acuden a los conciertos; para no ver los ríos de lágrimas  que bajan por las calles cubren de encajes las ventanas; para poder dormir tranquilos y acallar al perenne grillo de la conciencia, inventan las casas de caridad.

Esta noche la realidad empieza porque el autor no quiere que se sientan vdes en el teatro sino en la mitad de la calle. Y no quiere, por tanto, hacer poesía, ritmo o literatura, sino solo enviar un mensaje directo a sus corazones.

El autor sabe hacer versos, los ha hecho, a mi juicio, bastante buenos, y no es mal hombre de teatro, pero ayer me dijo que en todo arte había una mitad de artificio que le molestaba, y que no quería traer aquí el perfume de los lirios blancos o las columnas salomónicas turbias de palomas de oro.
El olor de los lirios blancos es agradable, pero yo prefiero el olor del mar. Yo podría decir que el olor del mar mana de los pechos de las sirenas, y mil cosas más, pero ahora lo que importa es que el mar sigue llamando desde sus costas en espera de nuevos náufragos, de nuevos ahogados. ¡Esto es lo que nos importa!

Pero, díganme, por favor. ¿Cómo puedo traer el olor del mar a ésta sala o inundar de estrellas el patio de butacas?

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