dimecres, 14 d’abril del 2010

To be or not to be.



Hamlet, de William Shakespeare.
(performance por Xisco Bernal)

Sras y sres, esta noche vamos a escuchar el famoso monólogo “To be or not to be”, efectivamente (señalando a alguien con la mirada), Hamlet de William Shakespeare. Pero antes quiero hacerles una pequeña reflexión sobre una revolución silenciosa y absolutamente reaccionaria que nos va cambiando, en voz baja los nombre de las cosas y por tanto las ideas y hasta la historia del arte.

Todos conocemos una pintura central en la historia del arte contemporáneo. "Las señoritas de Aviñón" de Pablo Picasso. Todos hemos visto alguna vez el famoso "Pensador" de Rodin, que hace poco estuvo en València. Y también conocemos "La Divina Comedia" de Dante. Cierto?

Pues bien, ninguna de estas obras de arte se llama con el nombre que le puso su autor. Las señoritas eran las prostitutas, El Pensador era El Poeta – que Rodin hizo precisamente pensando en Dante -, y la Comedia era así simplemente, La Comedia, sin nada de divina.

Con Hamlet ocurre algo parecido. ¿Qué quiere decir que la conciència nos hace cobardes a todos? ¿O que la reflexión empalidece el impulso de nuestras acciones? Hamlet no es el personaje melancólico que se nos propone sino todo lo contario, un revolucionario.

Que dice...

Ser o no ser, esa es la questión.
Saber si es para el alma más noble sufrir
pedradas y flechazos de la ultrajante fortuna
o tomar las armas contra un mar de dudas,
y en la lucha darles fin.
Morir : dormir.
Nada más; y como un sueño decir : se acabaron
los dolores del corazón y los miles de males naturales,
herencia de éste trozo de carne. Éste es un final
fervientemente deseado.

Morir, dormir;
dormir; tal vez soñar, sí! aquí está el problema.

Y en éste dormir de la muerte, qué sueños podran sobrevenir
privados ya de éste mortal despojo.

Reflexionemos :ésto es
lo que da a las calamidades tan larga vida.

Pues ¿quién soportaría el látigo y el insulto de la historia,
los agravios del tirano, la burla del orgulloso,
las penas del amor menospreciado, la lentitud de la justicia,
la insolencia de la burocracia, las burlas
que el paciente de los más indignos recibe,
si uno mismo pudiera arreglar cuentas
con un el filo de un puñal?

Quien aguantaría cargas
gimiendo y sudando bajo el peso de la vida
sino es por ese algo que hay después de la muerte
el país desonocido de cuyas fronteras
ningún viajero regresa, desconcierta la voluntad
y nos hace luchar contra los males que tenemos cerca
en vez de volar a pelear con otros desconocidos?

Conclusión, ¡la conciencia nos hace a todos cobardes!

Y así el brillo original de la decisión
se debilita por la palidez del pensamiento,
y las empresas de gran entidad y empuje
a causa de ésto se disuelven.
y pierden hasta el nombre de acción.

Ah, se me olvidaba, si yo fuera un poquito como Almodóvar, también apoyaría al juez Garzón. pero yo soy de los que sufren la inutilidad de la justicia que deja en libertad a violadores y ladrones todos los días en todos los juzgados de España.

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