dimarts, 15 de març del 2011

Discurso de Pitágoras, Metamorfosis Libro XV, Ovidio Nasón.

Performance “Metamorfosis, XV,60 (Discurso de Pitágoras)”
de P. Ovidio Nasón.
(Adaptación de Xisco Bernal)


                                          Només volia servir el meu país.
                                          Només volia servir la meua gent.
                                                                (V. Andrès Estellès)


Vivía allí un hombre oriundo de Samos, pero que había huido        Libro XV,60
de Samos y de sus gobernantes, y por odio a la tiranía era
un exiliado por voluntad propia.

Con su mente se acercaba a los dioses, por muy alejados
que estuvieran en los cielos, y lo que la naturaleza le negaba a la vista ,
lo veía con los ojos del alma. Todo lo escudriña
con su mente y desvelado afán, y lo daba a conocer a todos.

Los que siguen sus discursos hacen corro
en silencio y él les explica los orígenes del universo,
el porqué de las cosas, qué es la naturaleza,
qué es la divinidad, de dónde vienen las nieves, cuál es la causa del rayo,
si es Júpiter o el viento quien truena al rasgarse las nubes,
qué hace temblar la tierra, bajo que leyes se mueven los astros,
y todo cuánto está oculto.




Él fue el primero que reprobó que se sirvieran
animales en la mesa. El primero también que
dijo estas palabras tan sensatas como increibles :
«No mancilleis, mortales, vuestros cuerpos con manjares
nefastos. Hay cereales, hay frutas que con su peso
curvan las ramas, hinchadas uvas en las vides;
hay sabrosas hierbas y otras que con el fuego se
hacen deliciosas y tiernas. No falta la leche
ni las mieles que exhalan el aroma de la flor del tomillo.
La tierra suministra generosa, riquezas y alimentos
deliciosos y nos ofrece manjares sin matanzas ni sangre.

¡Qué enorme crimen es engullir visceras en vísceras
y que un cuerpo voraz engorde tragándose otro cuerpo
y que un ser vivo subsista a costa de la muerte de otro ser vivo!
¡Con tantos recursos como la tierra, la mejor de las madres,
produce y a ti solo te gusta morder con salvajes dentelladas
crueles heridas y reproducir las maneras de los Cíclopes!
¡Y que jamás, a menos que destruyas a otro, puedas aplacar
el apetito de tu vientre voraz y mal acostumbrado!

En cambio aquella edad antigua a la que hemos dado el nombre Libro XV,96
de Edad de Oro, era feliz con los frutos de los árboles
y con las hierbas que engendra la tierra, y no manchó sus labios
con sangre. Las aves agitaban seguras sus alas
por los aires, la liebre correteaba sin temor campo a través,
y la candidez no había colgado todavía ningún pez del anzuelo.
Todo estaba libre de acechanzas, sin temor a trampa alguna.
Y lleno de paz.

¿Qué mal hicieron los bueyes, animales sin malicia ni engaño,
inofensivos, ingenuos, nacidos para soportar fatigas?
Ingrato es, en suma, e indigno del don de las mieses,
quien, tras quitar de su cuello el peso del curvo arado
es capaz de inmolar a su labriego.
¿Quien golpeó con el hacha esa cerviz
encallecida por el trabajo, que tantas veces
había renovado el duro labrantío
y producido tantas cosechas?

Y puesto que un dios mueve mis labios,
le obedeceré fielmente,
y abriré mi Delfos y el mismo cielo.
Y os revelaré los oráculos de la augusta sabiduría.
Y cantaré cosas grandes ignoradas por los antiguos
y largo tiempo ocultas.

Guardaos, os lo advierto de deshauciar por medio
de criminal matanza unas almas parientes vuestras.
Que la sangre no se alimente de la sangre.


Nota.-

Y con este discurso llega Ovidio al final de sus Metamorfosis. Numerosos autores coinciden en qué esta conclusión está llena de significado. Es decir, que toda la obra converge hacia el llamado «Discurso de Pitágoras».

“Todo se transforma, nada perece.” (Libro XV,165).
Antes fuimos olivo, después seremos ave o can,
siempre universo para los dioses.
Hombre y mujer mientras tanto.
Nunca seremos polvo.
Porque nunca fuimos polvo.
Como mienten los que intentan apoderarse de las almas.

¡Nunca fuimos polvo!
¡Polvo cósmico sí!
Polvos llenos de vida.
Nada perece.

(Miércoles de ceniza, por Xisco Bernal)

Toda la obra está impregnada de un optimismo vital y un desprecio absoluto hacia la desgracia y la muerte : lo que hoy es desgracia, no puede durar mucho, mañana cambiará, - o cambiarás tú – y hasta te parecerá bueno lo malo.

O tal vez : nunca pienses que has conseguido algo, porque mañana serás, si te descuidas, la sombra de lo que hoy eres. Todo fluye. No hay nada para siempre. Tampoco el amor.

Cap comentari:

Publica un comentari a l'entrada