dimarts, 29 de març del 2011

Apolo y Dafne, Metamorfosis, de Ovidio Nasón, Libro I,452.

Performance “Metamorfosis_Apolo&Dafne” de Ovidio Nasón.
(Adaptación de Xisco Bernal)


Rapto de las sabinas, Gianbologna.
Esta noche les presento una muestra de lo que en general se llama mitología. Es importante conocer la mitología, como ya saben la mayoría de Vdes. Y ello porque nos permite comparar y llegar a descubrir el universo mitológico en el que nos movemos nosotros mismos. Conocer nuestros mitos que es algo así como el despertar de un sueño. De un sueño dulce e ilusionado. Conocer nuestros mitos es algo así como despertar a la realidad.


La fuerza social que sostiene los mitos no actúa inocentemente. Actúa porque obtiene un beneficio económico y de poder. Obtiene un beneficio de nuestros sueños. De nuestras ilusiones. Aunque sería más exacto decir de nuestros sueños imposibles y de nuestras ilusiones frustradas. En resumen de nuestra frustaración. Y se preguntarán Vdes cómo obtiene un beneficio económico de nuestra frustración. Pues tan sencillo como indicándonos muy elegantemente el camino para transformar esa frustración en consumo.


Los que no se sientan frustrados a causa de sus ilusiones, de sus sentimientos, de sus sueños y tengan más posibilidades de hacerlos realidad se felicitaran porque piensan que ellos están fuera de esta esclavitud del mito. Pero se equivocan. La realización de los sentimientos supone igualmente un beneficio económico y de poder para algunos. Pongo como ejemplo el sentimiento del amor, del que luego hablaremos más extensamente. Han calculado vdes el movimiento económico que genera el sentimiento del amor? Sería interesante calcular el porcentaje del PIB que supone.






Hablemos pues del amor. Dentro de ese universo de mitos he descubierto uno, que tiene para mí, una importancia excepcional : el mito del amor. Y a estudiar ese mito he dedicado buena parte del tiempo dedicado a la mitología.






No hace falta reiterar la importancia que el amor tiene en nuestras vidas. Sin embargo, dentro de ese mito y ese sentimiento quiero resaltar un aspecto particular y que a mi personalmente me afecta profundamente : el del «sufrimiento a causa del amor».






El amor, el amor como lo vivimos nosotros, nuestro mito del amor nos proporciona momentos increíbles de felicidad. Pero yo planteo la cuestión “ ¿a qué precio?” Qué precio pagamos por esos momentos, días, años de felicidad. Yo creo que es muy alto, demasiasdo alto y muy injusto por otro lado.






¿Se podría hablar de una economía del los sentimientos, en general, y de una economía del amor, en particular? Como primer paso para la desmitificación yo creo que sí. Y además hay que hacerlo necesariamente desde el punto de vista materialista-dialéctico, que es el mío. Porque dentro del capitalismo – el sistema económico en el que nos movemos y sufrimos - se produce una bipolarización inevitable : la que observamos entre ricos y pobres. (1) Pero en el mundo de los sentimientos yo os voy a descubrir algo importante. Que se produce igualmente una polarización que afecta a las personas en sus sentimientos. Y que se traduce, por un lado en personas que son generalmente muy felices a causa de sus sentimientos y la manera de gestionar su afectividad y otras que por el contrario casi siempre están sufriendo por esa misma causa. ¿Se podría decir que la «felicidad a causa del amor», para resumir, está igual de mal repartida que la riqueza? Yo creo que sí.






A mí me preocupan especialmente los pobres, digamos, de «felicidad a causa del amor». Aquellos, aquellas a los que el amor les hace sufrir casi siempre. Y para ellos destripo el mito del amor. Y les presento este poema de Las metamorfosis de Ovidio Nasón. Con el objetivo de descubrirles que no es a causa de ellos o ellas que sufren, sino a causa de una injusta distribución de la «felicidad a causa del amor». (2)






¿Cómo solucionamos esto? Fundamentalmente desmitificando. Desmitificando quiere decir tomar conciencia de las situaciones y en nuestro caso ser consciente de lo que pasa socialmente y determina los sentimientos en general y en particular el sentimiento del amor.






Sólo tomando conciencia de la realidad social del amor, - en nuestro caso de la realidad social capitalista del amor -, solamente con eso, creo que se puede producir un movimiento interno de profunda liberación de las tensiones y ataduras que ligan nuestras espectativas de «felicidad a causa del amor» a determinadas situaciones que la sociedad nos propone como adecuadas, cuando en realidad no lo son para todos y todas, sino para muchos y muchas, quizá para la mayoría pero no para todos y todas.






Entre esas determinaciones quizá la más importante y causa de mayor sufrimiento es la del «amor para toda la vida». Determinante que afortunadamente va perdiendo importancia en nuestros días pero que aun es la causa de demasiado sufrimiento. No en vano el poema de Ovidio que os presento comienza con la frase “El primer amor de Apolo”. El conjunto del poema se refiere exclusivamente a ese primer amor. A esa primera experiencia que como suele pasar la mayoría de las veces, es la causa de la primera fustración, del primer «sufrimiento a causa del amor». Y ya sin más les presento el poema «Apolo y Dafne» del libro de Las Metamorfosis de Ovidio Nasón.


Notas.


(1)


Las crisis agudizan la polarización, como pasa en la actualidad. En época de bonanza esta contradicción es más suave. En el tiempo de las vacas gordas el capital obtiene beneficios holgadamente - la tasa de beneficio extaordinario a que siempre aspira y que se cree socialmente justificado por su importancia en la economía - .


(2) Como en el maltrato de género, también aquí se produce un proceso de alienación de la persona agredida. Este proceso de alienación consiste en que no es el maltratador, sino la person agredida, la víctima, la que desarrolla una conciencia de culpabilidad que la hace sentirse merecedora de ese castigo. Y la consecuencia es la aceptación, la resignación, e incluso la defensa del agresor o agresora.















(Narrativo,sin especial énfasis.)

El primer Amor de Apolo fue Dafne, hija de Peneo. Libro I,452

Pero no fue un Amor que produjo el azar, como suele ocurrir,

sino la cruel ira de Kupido.



(Esta frase de Apolo debe ser dicha por un espectador.)

«¿Qué haces pequeño lascivo ?»

Le espetó Apolo viendo a Kupido jugando con su arco,

y todavía ebrio por su triunfo sobre la serpiente Pitón.

«¿Qué haces pequeño lascivo jugando con armas de valientes?





(Esta frase de Kupido debe ser dicha por una voz infantil o una mujer. Amenazador.)

«Tu arco atravesará todas las cosas, querido Apolo,

pero el mío te atravesará a tí.»

Le respondió el hijo de Venus.

(Fantasioso.De cuento infantil.)

Y batiendo sus pequeñas alas se elevó rápido por los aires.



Ya en su fortaleza del Parnaso prepara Kupido dos saetas

de efectos contrarios : una provoca el Amor,

la otra lo rehuye.



(Lento,como iniciando la tragedia.)

Con la que provoca el Amor, hiere Kupido la médula de Apolo,

con la que hace huir, hiere a Dafne.



Al punto Apolo se enamora.

Dafne huye del Amor.



Apolo anda ya enamorado y al ver a Dafne desea unirse a ella.

Pero Dafne huye.



(Entusiasta,pero forzando un tono grave.)

Se abrasa el dios como la paja separada de la espiga.

(Bajando el tono aún más.Contundente.)

Todo su corazón (pausa) arde en llamas.



(Lento,con lástima.)

Pero se alimenta de la esperanza de un Amor estéril.



(«Sfumato» :ambigüedad entre la visión de Apolo y la del espectador:se propone al espectador que'entre en escena'y comparta con Apolo la visión de Dafne.)



(Sin duda,un párrafo difícil.)

Apolo observa cómo cuelga el cabello por el cuello de Dafne. Descuidado. Sin acicalar.

(Insistir en la mirada:directamente a los ojos de los espectadores.)


¿Mejoraría si se lo arreglara?

Como brillan las estrellas...¡Sus ojos brillan más que el fuego!

Sus labios ... piden algo más que la mirada...

Sus dedos, sus manos, sus brazos, sus piernas

desnudas... (Pequeña pausa,lascivo,lento.)

hasta más de la mitad.



(Más de lo anterior...pero sin exagerar.)

Lo que queda oculto, se imagina aún mejor...



(Acción.)


Pero Dafne huye y no se detiene ante quien la llama.



(Narrativo,pero menos, más empático y sensual. El poeta va preparando el «aún así es amada» final,ya convertida en árbol.)

La huída misma aumenta su belleza. (Pausa.) El viento desnuda su cuerpo.

(Acción, rápido.)

Soplos contrarios desvelan su vestido en todas direcciónes.


(Otro párrafo clave. Muy difícil. Trágico sin sobreactuar: puede hacerse ridículo.)

«¡Oh ninfa, hija de Peneo, ¿Porqué huyes? ¡Quédate, te lo suplico!

No te persigue un enemigo. Huyes como un cordero

del lobo, como la cierva del león, como del águila

huyen las palomas con alas temblorosas.

¡Ay de mí! ¡Sólo a causa del Amor te sigo!»



(Narrativo,como voz en off.)

Apolo se disponía a seguir hablando pero huye Dafne

en temerosa carrera y lo deja con la palabra en la boca.



(Acción,con un toque de suspense. Se ha de dar la impresión de que Apolo corre decidido pero -“sfumato”- Dafne corre como sin querer correr...)

Pero quien persigue es más rápido

ayudado por las alas del Amor.

No da tregua.

Acosa la espalda de la fugitiva y llega con su aliento

hasta los mismos cabellos extendidos a causa de la carrerra.



(Más acción, pero no tanta.)

Agotada, palidece Dafne y vencida por el esfuerzo, dice,

(Con misterio como evocando el complejo de Electra.)

mirandose reflejada en las aguas de su padre, (Pausa.)el gran río Peneo:

(Intenso. Sobreactuar. Frase clave.)

«¡Ayúdame, padre, si es verdad que los ríos sois divinidades,

echa a perder mi belleza, ... que demasiado ha gustado!»



(Cambio importante de tono a narrativo. Pausado. Con duelo.)

Apenas acabada su plegaria, un pesado sopor invade sus miembros.

Una delgada corteza ciñe su tiernos pechos.

(Cambiando el tono como a cuento fantástico, más animado)

Sus cabellos crecen como hojas.

Sus brazos como ramas.

Sus pies (Recalcar «antes tan poco veloces».)

antes tan poco veloces, se transforman en perezosas raíces.

(Cambio a duelo, lento.)

En lugar de su rostro queda una copa :

(“Sfumato”, lento)
pero permanece en ella la belleza...



(Pausa. Cambio a positivo, más entusiasta.)

Y aún así es amada (Una pausa para recalcar la generalidad del sentido: Apolo somos todos.)

por Apolo, que apoya su diestra en el tronco

y siente todavía temblar sus pechos bajo la nueva corteza.

La abraza. La besa.

(Lento. Triste. Como el Requiem de Mozart. Escucharlo antes.)

Esquiva es, sin embargo, a sus besos, la madera.



«Ya que no puedes ser mi esposa, seas al menos mi árbol.

Siempre estarás ceñida a mi cabeza. Y te cantará mi cítara

(Fuerte.Contundente.)

¡Te tendrá mi aljaba! ¡Oh laurel!

Serás acompañante de los héroes cuando celebren sus triunfos delante del Capitolio.»



(Como finalizando un cuento fantástico para dormir a los niños.Con dulzura.)

Así que acabó de hablarle, asintió el laurel con sus ramas recien formadas,

(“Sfumato”,con una mezcla de arrepentimiento, desespero y ensueño o fantasía. Depende de como estés querido actor/actora)

y parecía que la copa se movía como una cabeza.



Sres y Sras, no soy amante de moralejas, pero ahora no puedo evitar comentar la conclusión a la que de seguro habrán llegado muchos y muchas de Vdes :


de cómo el orgullo es absolutamente incompatible con el amor.





Traducción basada en “Ovidio, Metamorfosis, Edición de Consuelo Álvarez y Rosa Mª Iglesias, Cátedra, 1999, Madrid”.



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dimarts, 15 de març del 2011

Discurso de Pitágoras, Metamorfosis Libro XV, Ovidio Nasón.

Performance “Metamorfosis, XV,60 (Discurso de Pitágoras)”
de P. Ovidio Nasón.
(Adaptación de Xisco Bernal)


                                          Només volia servir el meu país.
                                          Només volia servir la meua gent.
                                                                (V. Andrès Estellès)


Vivía allí un hombre oriundo de Samos, pero que había huido        Libro XV,60
de Samos y de sus gobernantes, y por odio a la tiranía era
un exiliado por voluntad propia.

Con su mente se acercaba a los dioses, por muy alejados
que estuvieran en los cielos, y lo que la naturaleza le negaba a la vista ,
lo veía con los ojos del alma. Todo lo escudriña
con su mente y desvelado afán, y lo daba a conocer a todos.

Los que siguen sus discursos hacen corro
en silencio y él les explica los orígenes del universo,
el porqué de las cosas, qué es la naturaleza,
qué es la divinidad, de dónde vienen las nieves, cuál es la causa del rayo,
si es Júpiter o el viento quien truena al rasgarse las nubes,
qué hace temblar la tierra, bajo que leyes se mueven los astros,
y todo cuánto está oculto.




Él fue el primero que reprobó que se sirvieran
animales en la mesa. El primero también que
dijo estas palabras tan sensatas como increibles :
«No mancilleis, mortales, vuestros cuerpos con manjares
nefastos. Hay cereales, hay frutas que con su peso
curvan las ramas, hinchadas uvas en las vides;
hay sabrosas hierbas y otras que con el fuego se
hacen deliciosas y tiernas. No falta la leche
ni las mieles que exhalan el aroma de la flor del tomillo.
La tierra suministra generosa, riquezas y alimentos
deliciosos y nos ofrece manjares sin matanzas ni sangre.

¡Qué enorme crimen es engullir visceras en vísceras
y que un cuerpo voraz engorde tragándose otro cuerpo
y que un ser vivo subsista a costa de la muerte de otro ser vivo!
¡Con tantos recursos como la tierra, la mejor de las madres,
produce y a ti solo te gusta morder con salvajes dentelladas
crueles heridas y reproducir las maneras de los Cíclopes!
¡Y que jamás, a menos que destruyas a otro, puedas aplacar
el apetito de tu vientre voraz y mal acostumbrado!

En cambio aquella edad antigua a la que hemos dado el nombre Libro XV,96
de Edad de Oro, era feliz con los frutos de los árboles
y con las hierbas que engendra la tierra, y no manchó sus labios
con sangre. Las aves agitaban seguras sus alas
por los aires, la liebre correteaba sin temor campo a través,
y la candidez no había colgado todavía ningún pez del anzuelo.
Todo estaba libre de acechanzas, sin temor a trampa alguna.
Y lleno de paz.

¿Qué mal hicieron los bueyes, animales sin malicia ni engaño,
inofensivos, ingenuos, nacidos para soportar fatigas?
Ingrato es, en suma, e indigno del don de las mieses,
quien, tras quitar de su cuello el peso del curvo arado
es capaz de inmolar a su labriego.
¿Quien golpeó con el hacha esa cerviz
encallecida por el trabajo, que tantas veces
había renovado el duro labrantío
y producido tantas cosechas?

Y puesto que un dios mueve mis labios,
le obedeceré fielmente,
y abriré mi Delfos y el mismo cielo.
Y os revelaré los oráculos de la augusta sabiduría.
Y cantaré cosas grandes ignoradas por los antiguos
y largo tiempo ocultas.

Guardaos, os lo advierto de deshauciar por medio
de criminal matanza unas almas parientes vuestras.
Que la sangre no se alimente de la sangre.


Nota.-

Y con este discurso llega Ovidio al final de sus Metamorfosis. Numerosos autores coinciden en qué esta conclusión está llena de significado. Es decir, que toda la obra converge hacia el llamado «Discurso de Pitágoras».

“Todo se transforma, nada perece.” (Libro XV,165).
Antes fuimos olivo, después seremos ave o can,
siempre universo para los dioses.
Hombre y mujer mientras tanto.
Nunca seremos polvo.
Porque nunca fuimos polvo.
Como mienten los que intentan apoderarse de las almas.

¡Nunca fuimos polvo!
¡Polvo cósmico sí!
Polvos llenos de vida.
Nada perece.

(Miércoles de ceniza, por Xisco Bernal)

Toda la obra está impregnada de un optimismo vital y un desprecio absoluto hacia la desgracia y la muerte : lo que hoy es desgracia, no puede durar mucho, mañana cambiará, - o cambiarás tú – y hasta te parecerá bueno lo malo.

O tal vez : nunca pienses que has conseguido algo, porque mañana serás, si te descuidas, la sombra de lo que hoy eres. Todo fluye. No hay nada para siempre. Tampoco el amor.

divendres, 11 de març del 2011

Performance sobre “La Eneida (II)” de Virgilio, Libro VII (fragmento)

Performance sobre “La Eneida (II)”. (La llegada de Eneas a Italia) de Virgilio.
(Adaptación de Xisco Bernal)


Hay un venerado laurel de sagrado ramaje               Libro VII,59
en lo más retirado y hondo de la casa,
del que se cuenta que el rey Latino
lo encontró al edificar la ciudad.
Lo consagró a Febo, de donde viene que sus
habitantes recibieran el nombre de laurentes.

(Tono como muy fantástico, exagerando, como asombrado.)
Ocurrió un día ¡oh asombro! que una apiñada muchedumbre
de abejas, cruzando el fluido éter con gran zumbido
fue a posarse en la copa de aquel laurel

(como recordándoles a los oyentes)
- ¡sí ese! El laurel que encontró el rey Latino al fundar la ciudad,
y venerado desde entonces,
dió el nombre de laurentes a sus habitantes -

y, enredadas una con otras por los pies
quedaron suspendidas entre las frondosas ramas,
formando de súbito un gran enjambre.

(Menos fantasía, más normal, como ensoñando.)
Al momento un adivino habló así: «En esa señal veo
la llegada de un varon extranjero y de un ejército que
se dirige a nuestras regiones por la parte de donde vienen
esas abejas. Y que nos dominará desde lo más alto de nuestros alcázares.»

(Histórico, narrativo, sin exagerar.)
También ocurrió otro día, que estando la virgen Lavinia
al lado de su padre quemando en los altares castos inciensos,
se le prendieron los largos cabellos y
ardieron con crepitante llama todas sus galas,
se inflamó su velo real y su rica diadema de pedrería.
Rodeada de humo y roja luz roció de fuego todo el palacio.

Muy preocupado el rey por tales acontecimientos, fue a consultar
los oráculos de Fauno, su infalible padre, que habita las
selvas donde resuenan las caudalosas aguas de
la sagrada fuente Albúnea, y que envuelta entre opacas sombras
exhala sus mefíticos vapores.

Allí acuden en los casos más dudosos las gentes
de toda Italia y la Enotria.

Ya había inmolado conforme al rito cien lanudas ovejas
y yacía recostado sobre sus extendidas pieles,
cuando entre sueños ve revolotear de maneras maravillosas
numerosos espectros y oye voces y disfruta del coloquio de
los dioses. Y hace llegar sus ruegos hasta el Aqueronte en los
profundos Avernos. De pronto de lo más hondo de la selva
sale una voz que dice así: «No pienses , oh hijo mío,
entregar tu hija a un esposo de nuestro linaje latino.
Nunca se harán los anunciados esponsales. Pues
tendrás por yerno a un extranjero, con cuya alianza se levantará
nuestro nombre hasta las estrellas y cuyos descendientes
veran sometidas a sus pies y guiadas por sus leyes
todas las naciones que contempla el Sol
de un lado al otro del mar océano

No se calló el rey la respuesta del oráculo Libro VII,100
y la Fama voladora la difundió por toda Italia
al tiempo que una armada echaba anclas en la hermosa bahía
trasportando a la juventud troyana.

Tiéndese Eneas, los principales caudillos y el hermoso Iulo
bajo las ramas de un árbol cerca de la playa y disponen
la comida. Como la escasez los forzase a morder hasta
las tortas de flor, a violar con manos y dientes
la fatal corteza y a no perdonar ni sus espaciosos cuadros,
«¡Ay hasta las mesas nos comemos!» Exclamó Iulo.

Estas palabras anunciaron a los
troyanos el fin de su aventura. Eneas
atrapándolas de los labios de su hijo exclamó así :
¡Salve oh tierra a mi debida por los hados!
¡Salve también oh vosotros mis fieles dioses de Troya!
¡Esta es por fin nuestra morada!
¡Esta es nuestra patria!

Pues su padre había profetizado : «Cuando arrojados
por el hambre a desconocidas playas, consumidos
ya los escasos manjares, el hambre te fuerze, hijo mío
a devorar también hasta las mesas,
piensa que ha llegado el fin de tus fatigas
y acuérdate, aunque estes agotado,
de construir allí mismo un primer habitáculo
y rodearlo de un muro.»

Y este fue el origen de la grandiosa Roma.